Dicen que en nuestro país existen épocas mejores y épocas más difíciles, que son ciclos, que nuestras vidas dependen de los gobiernos o de las políticas económicas de turno. No es que no haya algo de cierto en estas ideas, pero cuando se trata de la clase media argentina, las cosas parecen bastante más típicas y predecibles de lo que suele creerse.
Es cierto que los sectores de clase media son los más vacilantes cuando la economía se pone difícil, pero aún en las mejores situaciones, la única verdad es que estas familias siempre están obligadas a realizar grandes sacrificios para mantener sus condiciones de vida, para asegurar un poco más el futuro de sus hijos y para superar las dificultades que se plantean en cada época, porque siempre hay épocas, y siempre hay dificultades.
Cualquiera sea la situación del dólar, las oportunidades de trabajo, con vientos a favor o con huracanes en contra, la clase media, históricamente, siempre debe esforzarse, trabajar duro, ponerse objetivos y tener un gran sentido del ahorro y la responsabilidad, de hecho, podríamos coincidir en que el trabajo y el ahorro son las dos herramientas de crecimiento más concretas que las familias de clase media tienen para lograr la tan ansiada “tranquilidad”, salvo que descubramos ser nietos de algún rey, que nuestros hijos se conviertan en futbolistas, modelos o nos saquemos la lotería, pero no son posibilidades en las que deberíamos confiar, por si acaso.
En lo que sí podríamos confiar, casi con certeza y sirve recordarlo aquí, es que la única inversión que jamás se desvaloriza es la propiedad inmobiliaria. No existe nadie que invirtiendo en un lote, una casa o un departamento haya perdido. De hecho, el acceso a la vivienda propia es una de las pocas situaciones que representan un real crecimiento para una familia de clase media. Cualquier otro bien tiende a desvalorizarse, el auto, un electrodoméstico, un mueble, todo lo demás pierde valor con el uso y el paso del tiempo. Y ni que hablar si gastamos nuestro dinero en vacaciones, salir a comer o cambiar el modelo del celular, ahí sí que estaremos derrochando todo el sudor de nuestro trabajo.
Si las épocas son buenas, invertir en una propiedad inmobiliaria es un buen negocio, pero si las épocas son difíciles, invertir en una propiedad inmobiliaria es un EXCELENTE NEGOCIO. Así, porque estamos invirtiendo en un producto de Natania, resulta fundamental sostenernos en la carrera, haciendo de esa adquisición algo tan importante como los remedios o la obra social.
Una familia de clase media siempre deberá esforzarse y elegir con inteligencia la mejor forma de invertir ese esfuerzo. Nunca sobra, y el mercado es cada día más cambiante y competitivo, por eso también es clave informarse para elegir la empresa más confiable y reconocida. Porque llegar a la vivienda propia, ponérselo como meta y lograrlo, es la única opción que tenemos para marcar la diferencia.